– ¡Gabriela! – gritó preocupado cuando entró a la vieja casa

– Nick?

– Gabriela – dijo cuando se acercó al espejo

– Nick, ya es tarde – murmuró ella algo débil

– Nunca es tarde – le dijo – todavía te puedo sacar de ese espejo ¡todavía no es diciembre!

– Pero sólo faltan 15 minutos, ¿qué harás?

– Te sacaré de ahí o me iré contigo – contestó firmemente y colocó su mano derecha sobre el espejo – porque te amo

– Yo también, Nick – dijo ella, haciendo lo mismo con su mano

– Nick… Nicky, Nick… ¡Nick! ¡Nick! ¡Despierta!

– Uh? – dijo mientras despertaba

– ¡Despierta! ¡Es tu primer Halloween en Danville! – dijo el chico que estaba enfrente de
él, brincando en su cama

– Déjame dormir, Phineas – dijo mientras se daba una vuelta para ver a la pared

– No lo haré, eres un dormilón

– ¿Eso debe importarme? – Le contestó Nick, mientras trataba de quedarse dormido – por
cierto, ¿qué haces en mi casa y cómo entraste?

– Tengo derecho – exclamó orgulloso – y también tengo llaves

– ¿Y de dónde las sacaste? – preguntó él

– Papá me las dio, por cierto, ¿te vas a levantar o no?

– No – dijo después de pensar un momento y reírse

– Entonces yo lo haré – exclamó mientras le jalaba un brazo

– Haber si puedes – dijo riéndose

– Me rindo – dijo con un suspiro – ya, levántate ¡podemos pedir dulces en la noche!

– eso sería en la noche, pero aparte tenemos 18 años, Phineas – empezó a decir – nosotros
ya no pedimos dulces. Mejor dame 5 minutos más – dijo cuando se tapaba con las sábanas de su cama